El escándalo y la mentira fueron una constante en la presidencia de Donald Trump. Al final de su gestión se fue sin aceptar su legítima derrota. Cegado por su grave narcisismo
y mezquindad, Trump estuvo cerca, de romper los principios y las instituciones que conforman la democracia del país que gobernó. Al final no lo logró.
El triunfo de Joe Biden le dio nueva vida e ilusión a la democracia de los Estados Unidos.
Biden inicia un nuevo ciclo de esperanza y reconstrucción y no solo tendrá que enfrentar el legado de falsedades y mentiras que ha esparcido Trump entre sus 75 millones de
correligionarios que creyeron en su discurso de violencia y odio, también deberá subsanar la polarización que existe en una población que enfrenta los estragos del desastre que
representó la gestión del republicano.
El diálogo es el arma más importante que debe de usar Biden para iniciar su administración y necesita entender las razones del enojo, odio y violencia que domina al
“trumpismo norteamericano” y que afectan, con sus diferencias ideológicas, a los cimientos de la democracia de la nación más poderosa de este planeta.
En el evento de la investidura, Biden le dio fuerza y protagonismo a la necesidad de reconciliación.
Es momento de darle cabida a la razón y dejar atrás la constante manipulación del pueblo que sólo lleva a satisfacer un beneficio político que en estos momentos sale sobrando.
Es tiempo de darle espacio al derecho que tienen todos los
habitantes de dar a conocer sus miedos, temores, ansiedades y conocer la opinión de un pueblo que grita desesperadamente por ser escuchado.
En todas las democracias del orbe, ocasionalmente se puede hacer una pausa, pero ésta no debe de ser permanente, es momento de luchar por ella, reinventarla y fortalecerla.
No podemos quedarnos cruzados de brazos viendo como lo poco o mucho que se ha construido desaparece de sólo un plumazo por los caprichos partidistas del partido que se
encuentra en el poder.
Las instituciones son sagradas y debemos de procurarlas.
Amanda Gorman, la joven poeta de Los Ángeles, que hizo brillar la toma de protesta manifestó: “Porque siempre hay luz. Si solo fuéramos lo suficientemente valientes como
para verla. Siempre hay luz. Si solo fuéramos lo suficientemente valientes como para serla”.
No solo Estados Unidos necesitará de esa valentía, también nosotros como país necesitamos ser valientes para ser la luz.
Dr. Arturo Argente Villarreal.